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10 Nunca abandones a un amigo,
    sea tuyo o de tu padre.
Cuando ocurra la calamidad, no tendrás que pedirle ayuda a tu hermano.
    Mejor es recurrir a un vecino que a un hermano que vive lejos.

11 Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón.
    Entonces podré responder a los que me critican.

12 El prudente se anticipa al peligro y toma precauciones.
    El simplón sigue adelante a ciegas y sufre las consecuencias.

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